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Hace más de diez años salí de mi país y llegué a Latinoamérica. La sensación fue similar a lo que vivieron muchos alemanes orientales cuando se unificó Alemania: de repente, una vida entera acostumbrada a órdenes, reglas y limitaciones se enfrentaba a un mar de decisiones y responsabilidades propias. En Alemania Oriental, el gobierno comunista decidía desde la residencia hasta el trabajo de cada ciudadano. Tras la unificación, la libertad trajo consigo un desconcierto enorme. Recuerdo haber leído en mi devocional de hoy la historia de un hombre del Este que, después de la unificación, fue a comprar un coche. El vendedor le preguntó qué modelo quería, qué funciones adicionales deseaba y cómo pensaba pagarlo. Todo era nuevo para él: nombres, modelos, préstamos, pagos. Abrumado, terminó diciendo: “Deme cualquiera.” La libertad, al principio, le resultaba una carga. Hoy, en cambio, disfruta de poder elegir. Anoche tuve un sueño muy claro: rentaba un Airbnb en Berlín, en plena plaza, un loft con la entrada completamente de vidrio. Todo lo que hacía quedaba a la vista de los transeúntes. Era como vivir dentro de una vitrina. Y me di cuenta: así mismo me siento tras enviar nuestro proyecto cinematográfico El Rostro que Faltaba al Berlinale Co-Production Market. Es como si toda mi vida quedara expuesta ante Berlín, con mi identidad, mis luchas y mi fe. Soy turco, sigo a Cristo, y he aprendido a hablar de temas que en mi país natal serían considerados tabú. Hablo de la libertad que trae Jesús, de la identidad que se descubre al seguirlo, incluso cuando es oculta, complicada o difícil de asumir. No se trata sólo de mí: recientemente conocí a dos amigos europeos que enfrentan luchas muy parecidas. Una joven noruega de raíces sami, un pueblo indígena casi olvidado. Y un austríaco cuyo abuelo fue imán bosnio. Ambos también cargan historias de identidades ocultas y complejas. Cuando éramos esclavos del pecado, obedecíamos sus órdenes, nos gustara o no. Hoy, al ser hijos de Dios, vivimos bajo la gracia: no seguimos al pecado por obligación, sino que seguimos a Dios por elección, en verdadera libertad. El evangelio es ese poder transformador: saca a cualquiera —turco, noruego, austríaco, latinoamericano— de la esclavitud a la gracia. Yo lo viví en Estambul, hace veinte años, cuando conocí a Cristo en medio de la escritura de un guion sobre el verdadero amor. Ese guion tardé dos décadas en terminarlo, porque resultó no ser sólo una historia, sino el inicio de una trilogía sobre identidad, redención y libertad. La primera película se llama: “El Rostro que Faltaba.” La libertad a veces nos asusta porque nos exige elegir. Pero cuando la elección es seguir a Cristo, encontramos que ya no vivimos bajo la mirada acusadora del mundo, sino bajo la gracia de Dios, que nos cubre y nos da propósito. Etiquetas: El Rostro que Faltaba, Cine Cristiano, Identidad en Cristo, Testimonio Cristiano, Cine Espiritual, Berlinale. ✨ 👇🏻 ¿Quieres ser parte de esta familia desde el principio? 👇🏻 Al registrarte recibirás un devocional exclusivo inspirado en la película y acceso anticipado a materiales de El Rostro que Faltaba.👇🏻
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1 Comment
Sandra
10/4/2025 09:50:38 am
Un viaje de autodescubrimiento de la mano de Cristo!
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AuthorsBozkurt Palanduz: As I realised that I am not going to be able to really connect with the Wholeness which was more than just the little “I” in me, if I won’t leave the imprisonment of the self and continue being just a result of the negativity, I decided to leave my home some time ago and went on a journey through continents and oceans to witness the Creation as it was meant to be the image of an imageless God! Archives
October 2025
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